Cristóbal Balenciaga, maestro de maestros.





“Un buen modisto debe ser arquitecto para la forma,
pintor para el color, músico para la armonía y filósofo para la medida”

Cristóbal Balenciaga

  



   Cristóbal Balenciaga está unánimamente reconocido como uno de los más destacados e influyentes creadores de moda del S.XX
Son muchas las aportaciones que el diseñador hizo al mundo de la moda, fruto de un trabajo riguroso, perfeccionista y a un elevado conocimiento de la técnica.
Su mayor legado a la historia de la indumentaria femenina fue la introducción de una nueva silueta para la mujer. Sus creaciones fueron evolucionando siempre hacia una mayor simplicidad y pureza de formas.

  Balenciaga se caracterizó por sus patrones innovadores, con un concepto de mujer escultura y no de mujer escultural. Hizo uso de formas abstractas y puras con ausencia casi de cortes y costuras. Para sus creaciones se inspiró en artistas como Zuloaga, Velázquez, Goya, Zurbarán y como no, en las formas, colores y naturaleza de su Getaria natal.
El diseñador introdujo las formas volumétricas, espaciales, aparece la 3ª dimensión dándole una presencia arquitectónica a las siluetas. Se basa en la deconstrucción, el corte, los materiales empleados y los detalles, creando modelos originales, de altísima calidad y elaboración exquisita.

Sus diseños están provistos de líneas fluidas y volúmenes sorprendentes, entre sus mayores aportaciones se pueden destacar: la línea tonneau o barril (1947), el look semientallado (1951), las faldas balón (1953), la túnica (1955), el vestido saco (1957) y el vestido babydoll (1958), este último destaca por la sencillez de su figura trapezoidal que elimina el talle.

Otra gran innovación de Balenciaga fueron sus vestidos cola de pavo real, más largos por detrás que por delante, faldas abullonadas, trajes sastre sin blusa interior, mangas melón, gruesos bordados tipo encaje de guipur y tejidos como el gazar de Abraham creado exclusivamente para el diseñador.
Balenciaga diseñó trajes con diferentes perspectivas, confeccionados con muchos puntos de vista, con caras distintas según se vean de perfil, de frente o de espaldas.

El diseñador prestaba especial atención al movimiento que el vestido debía tener al caminar. Para ello y de una manera casi arquitectónica, controló el espacio vacío que dejaba entre el cuerpo-figura y el vestido-molde; el aire existente entre estos dos elementos indisolubles –cuerpo y vestido- les permite conservar su libertad de movimientos y autonomía formal. Se caracteriza por un estilo cifrado en la búsqueda del armonioso equilibrio entre la mujer, el vestido y el mundo al que pertenece. Fue sin duda el estilo semiajustado (semi-fitted look) uno de sus logros más excepcionales.

También cabe mencionar la audacia de sus talles altos, la holgura “tonel” de los abrigos, la maestría de sus trajes sastre y el aire elegante y delicado de la chaqueta recta. Con sus “vestidos-saco” hace desaparecer por primera vez la cintura, que hasta el momento era el principio más ortodoxo en el diseño de prendas femeninas. A la indumentaria de día le confiere un carácter práctico y confortable, a la que incorpora sus abrigos reversibles.

El diseñador adoptó en sus creaciones formas del mundo oriental, despejando así la nuca y dando importancia a esta zona, signo erótico en dicha cultura, desplazando también de esta forma el énfasis en la cintura, el pecho y las caderas que eran hasta ese momento los signos “institucionales de la feminidad” y que el New Look de Dior promulgaba.    
                                        
 Otro de los elementos en los que Balenciaga fue pionero fue en el uso del color. Introdujo pinceladas vibrantes en sus creaciones, como el verde absenta, verde limón, verde ceniza, morado episcopal, carmesí lacado, fucsias y combinaciones de negro y marrón.





 Sus aportaciones al mundo de la moda, su estilo y sus innovaciones técnicas se convirtieron en parte del vocabulario y el hacer cotidiano de la historia de la moda. 


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